“A los chicos hay que decirles siempre la verdad” ¿Se acuerdan de aquella frase que era vox populi en los años ’70 y que remedaban tan bien Les Luthiers en Consejos para padres? “A los chicos hay que decirles siempre la verdad”. Los expertos lo decían en los programas de televisión y en artículos sobre cómo educar a los hijos. Lo repetían los adultos en las conversaciones de sobremesa, las madres jóvenes por teléfono, nueras y suegras mientras lavaban platos después del almuerzo del domingo. Y, sin embargo, -haz lo que yo digo y no lo que yo hago- a menudo todo se quedaba en palabras huecas y nadie se preguntaba realmente por qué había que decirles la verdad a los niños. Hasta el día de hoy, ¿sabe alguien por qué hay que decirles la verdad a los niños? La razón que está detrás de esa afirmación la hemos heredado de la iglesia católica y es casi siempre que la verdad es un valor en sí mismo, la verdad opuesta a la mentira, sustentada en el octavo mandamiento aprendido en el
El 1% nos está matando -abiertamente- para apoderarse de lo que quede del planeta mientras una buena parte del 99% no solo no se rebela sino que los adula y los aplaude. Yo no. YO RESISTO.