Hay quienes siempre hemos vivido con una lógica de supervivencia, quienes, por motivos de lo más diversos, siempre tenemos presente la posibilidad de que de repente todo acabe. Que se termine una forma de vida que dabas por sentada. Que pierdas el trabajo. Que te abandonen amigos o amores. Que llegue la muerte sin anunciarse y se lleve a un ser querido. La presencia constante de la muerte que ronda crea en nuestra imaginación infinitos finales y despedidas ante cada hecho diario, lo que puede suponer un freno cuando se trata de correr riesgos, por mínimos que sean. Hemos aprendido, sin embargo, -los sobrevivientes- a convivir con el miedo y seguir adelante, a hacer frente a las dificultades disfrazados de otros o a fortalecernos realmente. Vivir así implica vivir con lo que hay, con lo que está presente ahora mismo, porque no se sabe qué nos deparará el instante siguiente; hacer muy pocos planes, de cualquier tipo que sea; entregarse al destino. He vivido de ese modo año
El 1% nos está matando -abiertamente- para apoderarse de lo que quede del planeta mientras una buena parte del 99% no solo no se rebela sino que los adula y los aplaude. Yo no. YO RESISTO.