Otro día espectacular.
Me levanté con una energía digna de Moisés cuando abrió las aguas, dispuesta a hacer todas las cosas que en mi vida normal no tengo tiempo de hacer, y eso, a pesar del extraño sueño que recordé al despertarme : tres gatos grises se caían muertos en una terraza. Se caían como desmayándose y parecía que volverían a levantarse pero no.
El sueño debe de haber sido agorero porque nada salió como había previsto. Y todo por culpa del teléfono.
Me dispuse a empezar el día con una meditación que se hace siguiendo una grabación que me mandan por WhatsApp. No quería abrirse. A poco de investigar, me di cuenta de que mi WiFi estaba bloqueado porque la memoria estaba llena. Después de largas maniobras logré empezar a transferir fotos y vídeos a mi computadora para liberar espacio. Pero eso me llevó la mañana entera, que maticé, por suerte, con pequeñas salidas a la terraza, en una de las cuales filmé un videíto que subí a Facebook.
En fin, que la vida no es más que una amplia red social, que hace que en este momento esté más en contacto con familiares y amigos en los más remotos lugares del mundo, que con mi marido y mi hijo que están en casa.
A la tarde voy a dar una clase por Skype. C y M decidieron finalmente que mejor no fuera a su casa, así que haremos una primera experiencia de clase a distancia, a ver cómo nos va...
A partir del mediodía de hoy se aplican medidas más estrictas: confinamiento en nuestros domicilios. Solo se puede salir a hacer compras y/o ventilarse. Si vas con otra persona por la calle, te pueden detener para preguntarte si es alguien de tu familia.
Jonathan se fue a dar una vuelta mientras yo le daba clase a C por skype. Se sentó a tomar algo (que había comprado en una tienda) en una terraza del centro comercial desierto y vino un policía a decirle que eso estaba prohibido.
Domingo 22 de marzo
Después de tres días grises ha vuelto a salir el sol. Una maravilla. He estado en la terraza con la excusa de limpiar y hacer un poco de ejercicio para disfrutar de la luz.
Hoy se cumplen cuatro años de los atentados de Maelbeek y Zaventem pero, dadas las circunstancias, las ceremonias se han reducido a su mínima expresión. Dijeron en la radio que la primera ministra, Sophie Wilmès y unas diez o quince personas asistirían al acto.
Es increíble todo lo que se puede hacer durante una cuarentena. Estos días, además de preparar material pedagógico para el trabajo (en eso consiste nuestro teletrabajo), he escrito y leído más que de costumbre, he dado dos clases particulares, dos sesiones de taller de escritura y una sesión terapéutica por internet. Y, lo más importante, estoy logrando tener un ritmo de sueño regular, que me permite estar descansada.
Sin contar con que he charlado con las chicas argentinas por Skype, he hablado con varios amigos por teléfono y he logrado seguir con la meditación.
Eso por ahora.
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