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La lógica de la supervivencia

Hay quienes siempre hemos vivido con una lógica de supervivencia, quienes, por motivos de lo más diversos, siempre tenemos presente la posibilidad de que de repente todo acabe. Que se termine una forma de vida que dabas por sentada. Que pierdas el trabajo. Que te abandonen amigos o amores. Que llegue la muerte sin anunciarse y se lleve a un ser querido.

La presencia constante de la muerte que ronda crea en nuestra imaginación infinitos finales y despedidas ante cada hecho diario, lo que puede suponer un freno cuando se trata de correr riesgos, por mínimos que sean. Hemos aprendido, sin embargo, -los sobrevivientes- a convivir con el miedo y seguir adelante, a hacer frente a las dificultades disfrazados de otros o a fortalecernos realmente.

Vivir así implica vivir con lo que hay, con lo que está presente ahora mismo, porque no se sabe qué nos deparará el instante siguiente; hacer muy pocos planes, de cualquier tipo que sea; entregarse al destino.

He vivido de ese modo años de años, con la certeza de que muchos vivían igual que yo. Todos proyectamos en los demás  lo que nos pasa. No hace sino algún tiempo que me he dado cuenta de que somos más bien pocos los que vivimos así. Al parecer, mucha gente que me rodea hace planes a largo plazo y construye cosas con la seguridad de que en los años venideros estarán vivos y podrán disfrutarlas. Nunca dejará de asombrarme.

Yo, que a menudo he imaginado finales próximos, bajo las aguas, o asfixiados por falta de oxígeno, o estupidizados por realidades virtuales, que me he indignado por la escasa o nula visión a largo plazo de poderosos, que siguen matando o destruyendo por doquier, y que no puedo imaginarme mi vida fuera de estas coordenadas espacio-temporales, como parecen hacerlo quienes ignoran o hacen la vista gorda ante lo que está sucediendo a nuestro alrededor, no puedo evitar sorprenderme cuando veo a tantas personas haciendo planes como si no pasara nada.

Me he dicho, no obstante, que quizá sean ellos los que tengan razón. ¿Por qué habría de tenerla yo? Y, siguiendo ese argumento, me he propuesto salir de mi lógica de supervivencia. De hecho, me he estado entrenando y he empezado a creer en planes futuros. Haciendo abstracción, como supongo que hacen los otros, de lo que percibo (aunque a lo mejor ellos no perciben lo mismo que yo), he comenzado a concentrarme exclusivamente en mis planes. 

Y hete aquí que en eso estaba cuando llegó de repente el coronavirus y todo cambió. A mucha gente que vivía de lo más tranquila pese al cambio climático, la falta de reacción política, el ascenso de la extrema derecha, las miles de muertes tratando de cruzar fronteras, las injusticias sin nombre por desigualdad de oportunidades, a mucha gente que hacía planes como si no pasara nada, le ha dado pánico o angustia.

Y no digo que no tengan razón. Yo también me angustio a veces y me pone de mal humor no poder salir. Pero quienes hemos vivido siempre en una lógica de supervivencia nos adaptamos mejor, creo, a lo que está pasando porque, en el fondo, nunca hemos olvidado que algo así, o mucho peor, podía ocurrir. Alguna ventaja tenía que tener ser sobreviviente.

Comentarios

  1. `No me quedó otro remedio que vivir en esos trances que describes aquí tan bien. No me quedaba otra solución en el entorno de violencias y maltratos habituales, ya que mi cerebro y mi metabolismo no tenían medios ni tiempo bastante para salir del círculo infernal. Pero me daba cuenta. Veía perfectamente que muchos llevaban esta existencia de proyectos y no podía aún entender la naturaleza de la trampa que me aspiraba : porqué, siempre, yo me quedaba atrás... como en otro planeta que la de ellos. Sentía sobre mi sus miradas de incomprensión. Algunos decían de mí que era loco, prueba que estos se daban cuenta de algo. Vivir como sobreviviente es algo que se parece a ser un soldado de élite, en alerta en todo momento para escapar de un nuevo evento fatal. No, los proyectos no eran para nosotros. Seguimos viendo la existencia burguesa como una pelicula de cine en un barrio de pobres. Desde los 14, vivo en la estrategia del escudo, intentando resistir a los asaltos de todo tipo de los depredadores delante de toda persona vulnerable. No hubo tierra de nadie en dónde pudiera haber descansado y ahorrado. Sin embargo pude descubrir que, si, somos muy numerosos. Me gustaría pensar que estamos mejor preparados pero no : ellos tienen ahora el famoso covid pero nosotros tenemos otro virus destructor, el SSPT y seguimos siendo presas frente a la barbarie omnipresente y brutal. Gracias por tu escrito.

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