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Greta


Se llama como «La Divina», como si los padres hubieran presentido, al elegir el nombre, que se convertiría en leyenda y, al igual que la mítica belleza, nos viene de Suecia. Pero lejos de ser misteriosa y evanescente, se ha plantado delante de los poderosos, desde la convicción de sus dieciséis años, y los ha increpado: ¿qué están esperando para actuar? ¿Qué puede ser más importante que preservar la vida sobre la Tierra? ¿Por qué, si aún estamos a tiempo y tenemos los medios de contrarrestar los efectos del cambio climático, no estamos haciendo todos los esfuerzos necesarios?

Verla ahí, de pie, los ojos claros ligeramente rasgados, las largas trenzas de niña, expresando lo evidente, con un ligero temblor en la voz pero sin titubear, me pone la piel de gallina. “The rules have to be changed,” dice con la naturalidad de quien ha reflexionado largamente sobre el tema. Si las reglas que nos han regido hasta ahora nos han conducido al calentamiento global y a la mayor extinción de especies desde el tiempo de los dinosaurios, la consecuencia es lógica: esas reglas ya no nos sirven, hay que cambiarlas.

Greta sabe lo que está haciendo, no duda. Un impulso histórico, que está por encima de su persona, la ha puesto en movimiento. No está representando un papel, como un político cualquiera, sino que, movida por una fuerza vital extraordinaria, encarna lo que dice y actúa en consecuencia.

Estamos asistiendo al origen de algo nuevo, que marcará la Historia en un antes y un después, y que sea una niña la que lo está provocando, me da escalofríos. Que sea una niña, como representante principal de los humanos, la que esté cumpliendo el cometido que, por tradición e Historia, les ha correspondido en general a los hombres maduros, la misión de cuidar y organizar la vida en la Tierra, es, en sí, una confesión de impotencia por parte de los adultos que rigen los destinos del planeta. Ninguno de ellos ha sido capaz de jugarse la vida, o al menos el puesto, por hacer algo para frenar el cambio climático y preservar la vida de las especies.

A Greta, en cambio, sólo le han hecho falta dieciséis años de experiencia vital para comprender que hay que hacer algo ya. Y mientras los poderosos pierden el tiempo en medir si les conviene o no hacer o decir tal o cual cosa -eso, los bien intencionados, los demás, sólo piensan en sus intereses y no dudan en matar a quien se les ponga delante-, ella se ha jugado el todo por el todo. Ha renunciado a una adolescencia despreocupada en un país desarrollado y se ha puesto en marcha. Ha comprendido que ningún otro lo haría y se ha dado como misión señalar la urgencia climática.

Porque, a diferencia de poderosos y gobernantes (y no cito nombres porque significaría hacerles una publicidad que no se merecen), ha sabido pensar más allá de las cuatro manzanas de su barrio y proyectarse en una visión a largo plazo. Ha comprendido y nombrado lo evidente: sin vida en la Tierra, ¿de qué nos serviría seguir acumulando dinero?

Greta, además de ser de un género y una edad que a menudo se han considerado débiles, tiene síndrome de Asperger. Como ella misma lo dice, quienes sufren de este síndrome, sólo hablan cuando es absolutamente necesario. Y ahora lo es.


Comentarios

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  2. El comentario de un lector

    Greta, Peter Pan y las causas del XXI

    El nuevo siglo amaneció sin héroes hace ya casi veinte años. Sin héroes pero con múltiples enemigos: el terrorismo, el cambio climático, el machismo. Quedaron atrás los males del siglo XX: la explotación de clases y la lucha que genera, el dominio de las grandes potencias sobre los países del Sur, el capitalismo como sistema generador de los males sociales. Con las torres gemelas de Nueva York se vinieron al suelo el altermundialismo, el impacto de los movimientos campesinos e indígenas, las movilizaciones juveniles; el mundo se ha puesto chalecos amarillos y verdes; perdón, el mundo no, las clases medias y altas, los cultivados blancos europeos; y tan normal.
    Hoy se cuestiona la descolonización de África y hasta la independencia de América, se equipara comunismo con fascismo y se educa a los niños en una penosa beatitud que los convierte en víctimas o agresores potenciales, todo a título individual. Se estudia y comenta el comportamiento de los individuos sin tener en cuenta la “necesidad histórica”, sus contextos y soluciones, simbólicas o no.
    Mi país es, junto a los Estados Unidos de América, uno de los principales productores de héroes del mundo desde hace poco más de un siglo. Los cubanos, como los estadounidenses, sabemos muy bien cuáles son los contextos propicios para la fabricación de héroes: una crisis aparentemente sin salida o un adversario cuyas fuerzas son superiores a las del ser humano común y sus instituciones; la falta de fuerzas sociales o institucionales capaces de enfrentarlas, lo que genera la necesidad de energías y características excepcionales dispuestas a la tarea: un liderazgo débil que desvía la atención de sus propias limitaciones hacia una entidad de excepción que a la vez sanciona y justifica un cierto “establishment”. La larga historia de la manipulación de masas.
    Eso es Greta T. Un sistema que ha acudido a la infantilización de la sociedad como uno de sus métodos de control, acude a la imagen de Peter Pan, el niño héroe. Anonadados, y temerosos ante las amenazas climáticas, caemos de rodillas ante una pequeña aristócrata nórdica, cuyos padres han lanzado al nuevo ruedo de la mediatización y que se presta - ¿por voluntad propia? - al espectáculo costosísimo de una travesía en alta mar que sólo los muy ricos se pueden permitir. ¿El mensaje? La ecología es un asunto de la clase media alta que, temerosa de los impulsos “marxistas” de trabajadores, desempleados y marginales, ponen en peligro un capitalismo sagrado para sus ideas pequeño y mediano burguesas.
    Olvídense de Marx y su crítica del capitalismo, olvídense de décadas de lucha por la justicia social; ahora nos dicen, Greta la primera, que la justicia social depende de la justicia climática, muy bonito. Y muy ingenuo, y muy burgués. Greta, y lo que ella representa nos dice que en el seno de la sociedad de explotación de clases, en medio de la pobreza y la injusticia social, política y hasta jurídica, es posible luchar “amablemente” para mejorar el capitalismo, hacerlo más ecológico y quizás caigan suficientes migas de los platos de los más ricos para que los pobres puedan satisfacer sus básicas necesidades de seres vivientes.
    Yo no lo creo.
    Bruselas 17.08.2019

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  3. Que algunos se agarren a sus andamios pre-revolucionarios no va ni a cambiar ni a frenar el movimiento que se ha puesto en marcha y es precisamente una evidencia que sea una chiquilla resuelta de 16 años que se presente "descaradamente" ante los fósiles que se creen al mando del planeta, sentados en sus responsabilidades... El progreso y la evolución no se frenan, a pesar de las guerras y demás desastres : incluso el mundo corrupto de la política recibe avisos fuertes, en todas partes. Gracias por tu artículo bienvenido y necesario. Con Greta y con la Igualdad en las libertades ! Un mundo cada día más digno se impone, las tecnologías contribuyen en ello y las mujeres ocupan sus puestos : podemos ver el futuro con más confianza. Arriba, que hay mucha lucha por delante !!

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